Hoy iniciamos un nuevo tema que tiene absoluta relación con el Mindfulness y trata acerca de la Inteligencia del Corazón.
Pascal planteó que el corazón tiene razones que la razón no entiende. Para jurar se lleva la mano al corazón, a la intuición se le dice corazonada, de alguien bueno decimos que tiene un corazón de oro y cuándo amamos a alguien le decimos: te amo con todo mi corazón. La pena nos parte el corazón, el miedo lo hace encogerse y con la alegría nuestro corazón salta...
¿Simples metáforas poéticas? Parece demasiada coincidencia ¿No?...
¿No será que nuestro corazón sabe, siente y responde en sentido real?
Eso es lo que parece indicar la investigación de una ciencia emergente: la neurocardiología.
Esta nueva línea de investigación indica que el corazón posee una forma de inteligencia diferente a la atribuida al cerebro, con mucha más influencia en nuestra vida de la que podemos imaginar: ambas inteligencias, la del cerebro y la del corazón, se complementan pero parece que el puesto de mando se sitúa en el corazón.
Conectar con la inteligencia del corazón supone adquirir una mayor sabiduría e inteligencia para vivir. Mientras que la inteligencia del cerebro tiende a analizar y a separar en partes, la inteligencia del corazón busca la síntesis.
La idea de que podemos pensar con el corazón ya no es sólo una metáfora sino que es, de hecho, algo muy real. La investigación científica está apuntando a que el corazón es fundamental como centro de inteligencia en los seres humanos.
Los biólogos moleculares nos dicen que el corazón es la glándula endocrina más importante del cuerpo. En respuesta a nuestra experiencia del mundo, produce y libera una hormona importante, ANF (Atrial Natriuretic Factor) (Factor Natriurético Atrial), que afecta profundamente las funciones del sistema límbico o “cerebro emocional”. Esto incluye el área del hipocampo donde la memoria y el aprendizaje tienen lugar, y también los centros de control de todo el sistema hormonal.
Los neurocardiólogos han encontrado que del 60 al 65% de las células del corazón son en realidad células neuronales, y no células musculares como se creía anteriormente.
Son idénticas a las células nerviosas en el cerebro, operando a través de los mismos enlaces, los ganglios, con las mismas conexiones dendríticas-axonales que en el cerebro, y utilizan los mismos neurotransmisores.
Cambiando nuestra conexión con el corazón podemos modificar también el cerebro: si las señales cardiacas son caóticas, este caos se refleja en ciertas áreas cerebrales; si aprendemos a gestionar estas señales y a transformarlas en señales coherentes, se abren cerebralmente también nuevos campos de percepción que nos permiten pensar con más claridad.
Nuestras percepciones entonces cambian y podemos ver más aspectos de la realidad y relacionarnos con ella de forma más profunda y satisfactoria: somos más conscientes de lo que pasa alrededor nuestro, más sensibles hacia los demás y aumenta nuestra autoconsciencia de lo que sentimos y pensamos.
En realidad, de una forma intuitiva y sabia, esta conexión corazón-cerebro y su poder para grandes transformaciones, no es algo nuevo.
Como sucede a menudo, la ciencia confirma lo que la humanidad sabia conocía desde hace miles de años: el poder transformador de soltar la experiencia de vivirnos “fragmentados” y recuperar la experiencia del todo integrado que somos.
Esto es exactamente lo que sucede cuando nos vivimos desde una atención sostenida, desde una consciencia ecuánime, desde una experiencia Mindfulness.
Corazón roto
Investigadores de la Facultad de Medicina Johns Hopkins probaron que se puede morir por un “corazón roto”. Estudiaron pacientes con arterias sin coágulos que sufrieron infartos después de cuadros de estrés emocional por la pérdida de la pareja. Encontraron que los niveles de hormonas del estrés en sangre eran tres veces más altos que los de las víctimas de infarto convencionales. Son conocidos los casos del “síndrome del corazón roto”, en el que el cónyuge que sobrevive, fallece también al poco tiempo, como si la muerte de uno precipitara la del otro.
Seguiré tratando este tema en las siguientes intervenciones.
Don Emilio Garza
Hola DonEmi!!!...E-x-c-e-l-e-n-t-e!!!....;)
ResponderEliminarMil gracias. Agradezco tu comentario.
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