Después de haber comentado los efectos del Mindfulness, es momento de establecer algunas consideraciones al respecto.
Marsha Linehan ha definido las características de la mala regulación emocional como:
1) Dificultad para inhibir un comportamiento inapropiado motivado por una emoción
intensa.
2) Dificultad para organizarse uno mismo para lograr las metas propuestas.
3) Dificultad para regular la activación fisiológica provocada por el estado emocional
intenso.
4) Dificultad para centrar la emoción cuando el sujeto se encuentra emocionalmente
estimulado.
Esto se relaciona con lo que Ekman llama “periodo refractario”, o lo que Davidson llama
“función de recuperación”, es decir, el tiempo que una persona queda “a merced” de
una emoción muy intensa, regresando luego a su tono emocional “normal”.
Una pobre
capacidad de autorregulación emocional tiene numerosas repercusiones desfavorables,
entre ellas la dificultad para establecer relaciones interpersonales maduras y un sentido
inmaduro del “sí mismo”.
La práctica sistemática de mindfulness ha demostrado una particular efectividad en la
mejora de la capacidad de autorregulación emocional, pues disminuye el periodo refractario
y aumenta tanto la experiencia como la expresión de emociones positivas.
La capacidad
de autorregular las emociones se va debilitando debido al desgaste generalizado en el
organismo a lo largo del tiempo, por lo que situaciones que antes eran percibidas como
inofensivas para la persona, pueden provocar reacciones emocionales desmedidas.
La
práctica del mindfulness supone una mejor autorregulación emocional que permite a la
persona responder ante los acontecimientos percibidos como amenazantes o estresantes
de una manera más ajustada, tanto para ella como para su entorno.
• Disminución de la tendencia a la “rumiación”, que es la tendencia a “quedarse pegado” en
pensamientos negativos. Esta es una causa de recaídas en la depresión, se observa también
en estados de ansiedad y estrés, y es la responsable de incrementar los niveles subjetivos de malestar y con él, la vulnerabilidad de la persona y la posibilidad de cronificar -posibilidad de hacer crónico, repetitivo, algo- respuestas
disfuncionales ante situaciones cada vez más inocuas.
Mediante la práctica de la atención
plena el “canal” de la conciencia se entrena para ser “llenado” con datos provenientes del
momento presente, inhabilitando el circulo vicioso de la rumiación, lo que tiene un efecto
positivo en la disminución de patrones automáticos vinculados a la depresión, ansiedad y
estrés.
• A través de su validación empírica, los estudios sugieren que la práctica meditativa ayuda
en el tratamiento de distintos desórdenes, por ejemplo: trastornos psicosomáticos, ansiosos
y de la conducta alimentaria, y ayudan a reducir las puntuaciones de ansiedad y depresión.
Los tratamientos basados en mindfulness han sido eficaces también en la disminución del
malestar psicológico, aumentando el grado subjetivo en que los pacientes consideran haber
alcanzado sus objetivos terapéuticos.
• En cuanto a la desactivación de automatismos, Siegel ha realizado la distinción entre
procesos neurológicos de arriba-abajo y de abajo-arriba.
Los primeros, arriba-abajo, se refieren
a cuando el individuo filtra la percepción de la realidad, mientras que el proceso inverso,
abajo-arriba, describe el ingreso de información “fresca” desde los órganos sensoriales. Los
procesos de arriba-abajo, si bien poseen un innegable valor adaptativo y de supervivencia,
crean predicciones y esclavizan la interpretación de la experiencia, no permiten la novedad
e interpretan la realidad en base a patrones ya conocidos.
En cambio los procesos de abajo- arriba amplían los matices de la experiencia, ya que se tiene acceso a ella con mayor nitidez y de forma inmediata y no filtrada por expectativas.
El mindfulness favorece estos procesos de abajo-arriba, favoreciendo la llegada de mayor riqueza informativa a las regiones prefrontales, favorece así la flexibilidad de dar una respuesta, desconectando de esta forma lo que Davidson denominó automatismos.
Vicente Simón denomina a este proceso a través de las siglas “SODA”: “si observas desconectas el automatismo”.
Hasta aquí dejo esta entrega, para dar oportunidad a que asimiles el contenido del texto que considero por demás importante.
Hasta pronto.
Don Emilio Garza
En cambio los procesos de abajo- arriba amplían los matices de la experiencia, ya que se tiene acceso a ella con mayor nitidez y de forma inmediata y no filtrada por expectativas.
El mindfulness favorece estos procesos de abajo-arriba, favoreciendo la llegada de mayor riqueza informativa a las regiones prefrontales, favorece así la flexibilidad de dar una respuesta, desconectando de esta forma lo que Davidson denominó automatismos.
Vicente Simón denomina a este proceso a través de las siglas “SODA”: “si observas desconectas el automatismo”.
Hasta aquí dejo esta entrega, para dar oportunidad a que asimiles el contenido del texto que considero por demás importante.
Hasta pronto.
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