martes, 17 de septiembre de 2013

La vida cuántica y el Mindfulness (Parte II)

 
Continuaré con esta segunda entrega tratando de establecer la relación entre los conceptos que maneja "La vida cuántica" -del Dr. Frank Kinslow- y el Mindfulness.
 
En la entrega anterior nos quedamos en el ejercicio propuesto por el Dr. Kinslow, acerca de la observación de tus pensamientos.
 
Ahora viene el siguiente cuestionamiento:
 
¿Dejaste de existir cuando tu pensamiento se detuvo? ¿Entraste en coma o pasaste a un estado de inconsciencia? Desde luego que no.
 
Seguiste ahí, ¿verdad que sí?
 
Bien, si resulta que no eres tus pensamientos y que seguías ahí, ¿entonces, quién eres?
Esa parece ser la pregunta adecuada, ¿no te parece?
 
Si no sabes quién eres, todo lo que hagas carecerá de base, de fundamento. Pasas a convertirte en una persona con amnesia que intenta vivir su vida pero que en realidad no sabe quién es.
  
Para plantarte con firmeza en los fundamentos de la vida, has de saber quién eres. Y puedo garantizarte que por encima de todo no eres una persona con pasado y futuro. Te sorprenderá descubrir que de hecho, eres ilimitado y que lo eres más allá del tiempo y de los problemas.

Observemos más de cerca para comprobar cómo es eso de que estás más allá del tiempo y los problemas. En el intervalo entre pensamientos no había Nada. Pero tú seguías estando consciente. Observabas mientras los pensamientos desaparecían y eran sustituidos por el intervalo. ¿Pero quién observaba el intervalo?
 
Veamos. Allí había Nada, pero tú seguías consciente. No había nada excepto consciencia. No consciencia de algo sino una consciencia pura de Nada. ¿Lo entiendes? ¿Ves hacia dónde vamos? Si no había nada excepto consciencia pura, entonces tú, necesariamente, debes ser esa consciencia pura. ¿Qué otra cosa podrías ser?
Si tu consciencia se identifica con tus pensamientos, recuerdos y planes de futuro, te estarás refiriendo al «yo».
El «yo» son las «cosas» recordadas de tu vida.
El «yo» es tu edad, sexo, tus gustos y preferencias, tus recuerdos. Pero nada de eso existe en el momento en que tu consciencia mira hacia dentro y observa el intervalo entre los pensamientos. Para observar has de ser consciente, ¿verdad? Así pues, en ese momento en que tu mente desconectó, fuiste consciente de la nada que llamamos Nada. Pero descubriste que esa Nada no estaba vacía. La Nada está llena de consciencia pura. Y ahora has resuelto el misterio de quién eres. ¡Eres consciencia pura!
 
¿Te parece imposible? Es un hecho incuestionable. Tu percepción directa ha revelado que eres consciencia pura. Así es. Antes de que el «yo» naciese y se convirtiese en la imagen que reconoces como tú mismo, existía la Nada solitaria y universal de consciencia pura. Detente y analiza la profundidad de esta realización durante un instante... Esperaré.
 
¿Te asombra tu propia inmensidad? ¿Sientes tu propia naturaleza ilimitada y omnipresente? Resulta liberador, ¿a que sí?
Reflexionemos sobre esto un poco más. Recuerda un momento de tu infancia. A continuación, detente para observar un momento de tu adolescencia, de tu joven adultez y del presente.
En cada etapa de tu vida has tenido distintos gustos, deseos y objetivos. Tu cuerpo, mente y emociones también cambiaron.
 
De hecho, Nada siguió siendo igual. ¿Qué es lo que ha permanecido inalterado desde la infancia hasta la adultez? Tu consciencia.
 
En cada etapa de tu vida –no, en cada segundo de tu vida–, mientras tu cuerpo-mente estaba ocupado en convertirse en lo que es hoy, tú, la consciencia pura, permanecías en vigilia silenciosa, como un testigo atemporal.
Gracias al ejercicio de «detener el pensamiento» has sido capaz de «entrar», por así decirlo, y observarte el pensamiento.
 
Luego, mientras esperabas («como un gato acechando el agujero de un ratón»), observaste el intervalo entre los pensamientos.
 
Reconociste que el intervalo era consciencia pura y que esa consciencia pura es tu esencia ilimitada: la base sobre la que se asienta la parte «yo» de ti.
Si tú, que eres consciencia pura, eres realmente ilimitado, en ese caso no estás limitado por la mente.
 
Tú, consciencia pura, deberías estar en todas partes, todo el tiempo, ¿no es cierto? Pues resulta que es así, y este que viene a continuación es un pequeño ejercicio que puede ayudarte a demostrárselo a tu «yo».
 
El ejercicio de mano a mano
Mantén las manos completamente extendidas hacia fuera y hacia los costados, de manera que adoptes la forma de una cruz humana. Mira el dorso de tu mano derecha. Obsérvalo entre 3 y 5 segundos. Ahora gira la cabeza hacia la izquierda para observar el dorso de tu mano izquierda.
A continuación, dime qué tenías en mente durante el tiempo en que tus ojos pasaban de la mano derecha a la izquierda. Nada, ¿verdad? Pero no estabas inconsciente durante esos momentos, ¿a que no? Desde luego que no. Se produjo un intervalo en tu pensamiento mientras tu mirada pasaba de una mano a otra, pero tu consciencia permaneció conectada. Hazlo otra vez. ¡Observa! Incluso cuando tu mente mire hacia fuera, hacia el mundo, seguirá encontrando consciencia pura. La consciencia pura siempre subyace a todo, esperando a ser descubierta; esperando a que el «yo» se haga consciente de ti, consciencia pura.
 
No nos olvidemos de que la consciencia no es un objeto. Eres tú, tu esencia ilimitada.
Tu mente no se sentirá capaz de aceptarlo por completo porque no puede concebir la Nada.
Debe existir un límite, alguna forma a la que tu mente pueda asirse para poder hacer lo que hacen las mentes: experimentar, registrar, analizar, sintetizar y compartimentar la información.
El ego es el que decide qué hacer con esa información. Así que no te preocupes si al principio sigues identificándote con el cuerpo-mente.
Es la única opción de la que dispone la mente, y hace falta cierto tiempo para que el ego se aparte y acepte la consciencia pura ilimitada como realidad última y como tu esencia primigenia.
¿Por qué resulta tan vital revelar esta verdad?
Cuando llegas a saber que eres inmutable, ilimitado, consciencia eterna, tu dependencia del cuerpo que se marchita y de la mente que falla empieza a perder fuerza. Te vuelves consciente de que estás más allá de la esfera de cambio y muerte. Te vuelves consciente de que, más allá de todas las cosas y pensamientos que es «yo», sigues siendo totalmente íntegro y pura consciencia.
 
Si sólo unos minutos de observación del intervalo entre los pensamientos te han reportado paz y relajación, imagina qué gozosas aventuras te esperan cuando la consciencia pura infunda tu pensamiento, tu comer, tu trabajar y tu amar. Descubrir la consciencia pura en el fondo de la mente y vibrar exteriormente a través de la simplicidad de los átomos hacia la sinfonía de las esferas es el primer paso para vivir una vida completa y generosa. Extraerla para que apoye y alimente todas tus actividades es el siguiente paso.

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Me parece que estas dos recientes entregas son suficientes para que puedas observar las similitudes que existen entre la práctica de la Vida Cuántica y el Mindfulness.
Ambas disciplinas llevan un mismo enfoque pero con un tratamiento propio de cada uno de los procesos. Esto no hace mejor que otro cada proceso, sino que me parece que lo más importante es que sin duda alguna tanto interés por la consciencia absoluta nos va conduciendo a la importancia que reviste poner la atención plena a todas y cada una de las cosas que hacemos, tanto interna como externamente, es decir, que es importante atender plenamente a las actividades vitales de nuestro cuerpo tales como respirar. Recordemos que la inercia de nuestras ocupaciones nos hacen operar desde el piloto automático sin darnos cuenta de lo que ocurre entre cada pensamiento que tenemos y como ya lo hemos visto, entre cada pensamiento está la fuente de la creación, nuestra conciencia pura.

Don Emilio Garza
   

 

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