lunes, 16 de diciembre de 2013

El Homo Sapiens... La especie inteligente


Antes de entrar de lleno al tema en función de Mindfulness, recordemos qué o quién es el Homo Sapiens.


El término homo sapiens  significa “hombre que piensa o también, hombre sabio”. Llamado hombre de Cro-Magnon, el antecedente directo del hombre actual. El Homo sapiens es una subespecie que aún sobrevive de todo el género Homo y de los Homínidos. Por lo tanto, sus parientes vivos más cercanos son los grandes simios, como el Gorila, el chimpancé o el Orangután.

Durante la Tercera Glaciación surgieron las primeras formas de una nueva especie: el Homo sapiens. Con el tiempo se diferenciarían dos subespecies: el Homo sapiens neanderthalensis y el Homo sapiens sapiens. 
En Alemania se encontró la subespecie Homo neanderthalensis que habitó Europa y partes de Asia occidental desde hace 230.000 hasta 29.000 años atrás, durante el Pleistoceno medio y superior, culturalmente integrada en el Paleolítico medio.
Entremos en materia desde el Mindfulness.

Hasta hace muy poco, el ser humano se atribuía la inteligencia como la cualidad que le diferenciaba del resto de los seres vivos. En cada época se han primado unos aspectos sobre otros para definir qué era eso de la inteligencia: desde la habilidad matemático-espacial, pasando por la capacidad de lenguaje, el pensamiento abstracto, la habilidad de resolver determinados problemas, el ser capaces de crear sociedades más o menos complejas o eso que llamamos “civilización”. 
Pero cuando la evidencia demostró que no éramos los únicos seres vivos capaces de organizarse en sociedades, de resolver problemas, de utilizar herramientas o de comunicarse con un lenguaje propio, se reveló que era necesario comprender de otra forma el concepto de inteligencia. 

En realidad si desplegamos una mirada crítica sobre lo que ha sido la historia de nuestra especie, muchos de los aspectos que aparecen ante nuestros ojos dudosamente podrían calificarse de “inteligentes”.

Por otra parte, una simple mirada a nuestro alrededor basta para comprobar cómo personas con un incuestionable éxito social y profesional, en muchas ocasiones no se desenvuelven bien en las relaciones o en la expresión de sus afectos. Se podría esperar que fueran buenos líderes, creativos e innovadores en su vida, pero esto no es así. Y por el contrario, un buen número de personas de gran éxito profesional, dejaron mucho que desear como estudiantes, hasta el punto que se les auguraba ser unos fracasados... 

¿Te suena la historia de Bill Gates, por ejemplo? 

Así pues... ¿Qué es eso a lo que llamamos inteligencia? 

Durante los últimos años se ha redefinido constantemente el concepto de inteligencia, sacándolo de las anteriores propuestas rígidas y basadas en la creencia arraigada de que “la inteligencia estaba solo en el cerebro”. 
Poco a poco la investigación ha arrojado luz sobre el tema, incluyendo nuevos componentes y perspectivas para comprender qué es la inteligencia. 
Se trata de un acercamiento mucho más abierto y holístico que la comprende, ya no como una capacidad única, sino como una serie de capacidades diferentes entre sí pero interconectadas.

Ya no es vista ni única ni fundamentalmente como una capacidad del cerebro, de nuestra parte lógica o puramente racional, sino como un conjunto de capacidades que interaccionan entre sí para dirigir nuestras acciones, pensamientos y emociones, para conocer, comprender y encontrar soluciones creativas, para utilizar con eficacia herramientas físicas, intelectuales, emocionales, espirituales o socioculturales.

Revisa esta información, pues lo que sigue está por demás interesante.

Don Emilio Garza

lunes, 2 de diciembre de 2013

El corazón, un órgano con inteligencia "neurocardiología"


Hoy iniciamos un nuevo tema que tiene absoluta relación con el Mindfulness y trata acerca de la Inteligencia del Corazón.


Pascal planteó que el corazón tiene razones que la razón no entiende. Para jurar se lleva la mano al corazón, a la intuición se le dice corazonada, de alguien bueno decimos que tiene un corazón de oro y cuándo amamos a alguien le decimos: te amo con todo mi corazón. La pena nos parte el corazón, el miedo lo hace encogerse y con la alegría nuestro corazón salta... 

¿Simples metáforas poéticas? Parece demasiada coincidencia ¿No?... 
¿No será que nuestro corazón sabe, siente y responde en sentido real? 
Eso es lo que parece indicar la investigación de una ciencia emergente: la neurocardiología. 

Esta nueva línea de investigación indica que el corazón posee una forma de inteligencia diferente a la atribuida al cerebro, con mucha más influencia en nuestra vida de la que podemos imaginar: ambas inteligencias, la del cerebro y la del corazón, se complementan pero parece que el puesto de mando se sitúa en el corazón. 
Conectar con la inteligencia del corazón supone adquirir una mayor sabiduría e inteligencia para vivir. Mientras que la inteligencia del cerebro tiende a analizar y a separar en partes, la inteligencia del corazón busca la síntesis. 

La idea de que podemos pensar con el corazón ya no es sólo una metáfora sino que es, de hecho, algo muy real. La investigación científica está apuntando a que el corazón es fundamental como centro de inteligencia en los seres humanos. 

Los biólogos moleculares nos dicen que el corazón es la glándula endocrina más importante del cuerpo. En respuesta a nuestra experiencia del mundo, produce y libera una hormona importante, ANF (Atrial Natriuretic Factor) (Factor Natriurético Atrial), que afecta profundamente las funciones del sistema límbico o “cerebro emocional”. Esto incluye el área del hipocampo donde la memoria y el aprendizaje tienen lugar, y también los centros de control de todo el sistema hormonal. 

Los neurocardiólogos han encontrado que del 60 al 65% de las células del corazón son en realidad células neuronales, y no células musculares como se creía anteriormente. 
Son idénticas a las células nerviosas en el cerebro, operando a través de los mismos enlaces, los ganglios, con las mismas conexiones dendríticas-axonales que en el cerebro, y utilizan los mismos neurotransmisores. 
Cambiando nuestra conexión con el corazón podemos modificar también el cerebro: si las señales cardiacas son caóticas, este caos se refleja en ciertas áreas cerebrales; si aprendemos a gestionar estas señales y a transformarlas en señales coherentes, se abren cerebralmente también nuevos campos de percepción que nos permiten pensar con más claridad. 

Nuestras percepciones entonces cambian y podemos ver más aspectos de la realidad y relacionarnos con ella de forma más profunda y satisfactoria: somos más conscientes de lo que pasa alrededor nuestro, más sensibles hacia los demás y aumenta nuestra autoconsciencia de lo que sentimos y pensamos. 

En realidad, de una forma intuitiva y sabia, esta conexión corazón-cerebro y su poder para grandes transformaciones, no es algo nuevo. 

Como sucede a menudo, la ciencia confirma lo que la humanidad sabia conocía desde hace miles de años: el poder transformador de soltar la experiencia de vivirnos “fragmentados” y recuperar la experiencia del todo integrado que somos. 

Esto es exactamente lo que sucede cuando nos vivimos desde una atención sostenida, desde una consciencia ecuánime, desde una experiencia Mindfulness.

Corazón roto 

Investigadores de la Facultad de Medicina Johns Hopkins probaron que se puede morir por un “corazón roto”. Estudiaron pacientes con arterias sin coágulos que sufrieron infartos después de cuadros de estrés emocional por la pérdida de la pareja. Encontraron que los niveles de hormonas del estrés en sangre eran tres veces más altos que los de las víctimas de infarto convencionales. Son conocidos los casos del “síndrome del corazón roto”, en el que el cónyuge que sobrevive, fallece también al poco tiempo, como si la muerte de uno precipitara la del otro.

Seguiré tratando este tema en las siguientes intervenciones.

Don Emilio Garza

lunes, 25 de noviembre de 2013

Mindfulness también influye a nivel celular (Reporte técnico)




Las células del ser humano también experimentan el denominado Envejecimiento celular.

También a nivel celular podemos encontrar cambios relacionados con la práctica del mindfulness. Los cambios psicológicos positivos que ocurren durante la meditación provocan una mayor actividad de la telomerasa, según un estudio publicado en Psychoneuroendocrinology, por un equipo encabezado por Tonya Jacobs y Elizabeth Blackburn, de la Universidad de California. 
Esta última recibió el Nobel por sus trabajos sobre los telómeros y la telomerasa. 
Los telómeros son secuencias de ADN al final de los cromosomas que tienden a hacerse más cortas cada vez que la célula se divide. Cuando los telómeros alcanzan una longitud por debajo de un valor crítico, la célula ya no puede dividirse apropiadamente y termina muriendo. La telomerasa es una enzima que puede reconstruir y alargar los telómeros. 

Los resultados obtenidos son producto del proyecto Shamatha, uno de los primeros estudios detallados a largo plazo o longitudinales y con grupos de control sobre los efectos, psicológicos y fisiológicos, del entrenamiento intensivo en meditación. 
Este estudio es el primero en ligar el bienestar psicológico con niveles más altos de telomerasa, una enzima que es importante para la salud a largo plazo de las células. El efecto de la meditación habría que atribuirlo a los incrementos en la capacidad de los sujetos para afrontar el estrés y mantener sentimientos de bienestar. 

Este equipo de investigación midió la actividad de la telomerasa en los participantes en el proyecto Shamatha al finalizar un periodo de tres meses de retiro intensivo. 
El estudio se realizó con sesenta voluntarios divididos en dos grupos: uno recibió entrenamiento en meditación dirigido por un especialista, consistente en sesiones grupales de meditación dos veces al día y meditación individual seis horas diarias. 
El otro grupo, el grupo control, realizó otras actividades durante el retiro. Ambos grupos eran similares en cuanto a edad, sexo, educación y experiencia en la meditación, y fueron evaluados simultáneamente y el mismo lugar. La actividad de la telomerasa era un tercio más alta en los participantes que habían meditado. 
Estos sujetos también mostraban incrementos en diversas variables psicológicas, como el control percibido sobre la propia vida y el entorno, autoconsciencia entendida como la capacidad de observar la propia experiencia de forma no reactiva, y la sensación de propósito en la vida en cuanto a verla llena de sentido, digna de ser vivida y en línea con los valores y objetivos a largo plazo. 
Además disminuyeron en una variable: el neuroticismo consistente en la tendencia a experimentar estados emocionales negativos. 

Los investigadores concluyeron que la alta actividad de la telomerasa se debía a los efectos beneficiosos de la meditación sobre el control percibido y el neuroticismo, que a su vez eran debidos a los cambios en autoconsciencia y en propósito en la vida. 
Esto apunta a que no es que la meditación incremente directamente la actividad de la telomerasa y, por lo tanto, la salud de una persona y su longevidad. Más bien se trata de que la meditación mejora el bienestar psicológico, y estos cambios son los que están relacionados con la actividad de la telomerasa en las células inmunitarias, con el consiguiente potencial de promover la longevidad en esas células.

Con esto terminamos el tema relacionado con los efectos y sus consideraciones que el Mindfulness ofrece.

Seguiré compartiendo información.

Don Emilio Garza

lunes, 18 de noviembre de 2013

Consideraciones a los efectos del Mindfulness


Después de haber comentado los efectos del Mindfulness, es momento de establecer algunas consideraciones al respecto.


Marsha Linehan ha definido las características de la mala regulación emocional como:

1) Dificultad para inhibir un comportamiento inapropiado motivado por una emoción intensa.

2) Dificultad para organizarse uno mismo para lograr las metas propuestas.

3) Dificultad para regular la activación fisiológica provocada por el estado emocional intenso.

4) Dificultad para centrar la emoción cuando el sujeto se encuentra emocionalmente estimulado.

Esto se relaciona con lo que Ekman llama “periodo refractario”, o lo que Davidson llama “función de recuperación”, es decir, el tiempo que una persona queda “a merced” de una emoción muy intensa, regresando luego a su tono emocional “normal”. 
Una pobre capacidad de autorregulación emocional tiene numerosas repercusiones desfavorables, entre ellas la dificultad para establecer relaciones interpersonales maduras y un sentido inmaduro del “sí mismo”.

La práctica sistemática de mindfulness ha demostrado una particular efectividad en la mejora de la capacidad de autorregulación emocional, pues disminuye el periodo refractario y aumenta tanto la experiencia como la expresión de emociones positivas. 
La capacidad de autorregular las emociones se va debilitando debido al desgaste generalizado en el organismo a lo largo del tiempo, por lo que situaciones que antes eran percibidas como inofensivas para la persona, pueden provocar reacciones emocionales desmedidas. 
La práctica del mindfulness supone una mejor autorregulación emocional que permite a la persona responder ante los acontecimientos percibidos como amenazantes o estresantes de una manera más ajustada, tanto para ella como para su entorno.

• Disminución de la tendencia a la “rumiación”, que es la tendencia a “quedarse pegado” en pensamientos negativos. Esta es una causa de recaídas en la depresión, se observa también en estados de ansiedad y estrés, y es la responsable de incrementar los niveles subjetivos de malestar y con él, la vulnerabilidad de la persona y la posibilidad de cronificar -posibilidad de hacer crónico, repetitivo, algo- respuestas disfuncionales ante situaciones cada vez más inocuas. 
Mediante la práctica de la atención plena el “canal” de la conciencia se entrena para ser “llenado” con datos provenientes del momento presente, inhabilitando el circulo vicioso de la rumiación, lo que tiene un efecto positivo en la disminución de patrones automáticos vinculados a la depresión, ansiedad y estrés.

• A través de su validación empírica, los estudios sugieren que la práctica meditativa ayuda en el tratamiento de distintos desórdenes, por ejemplo: trastornos psicosomáticos, ansiosos y de la conducta alimentaria, y ayudan a reducir las puntuaciones de ansiedad y depresión. Los tratamientos basados en mindfulness han sido eficaces también en la disminución del malestar psicológico, aumentando el grado subjetivo en que los pacientes consideran haber alcanzado sus objetivos terapéuticos.

• En cuanto a la desactivación de automatismos, Siegel ha realizado la distinción entre procesos neurológicos de arriba-abajo y de abajo-arriba. 
Los primeros, arriba-abajo, se refieren a cuando el individuo filtra la percepción de la realidad, mientras que el proceso inverso, abajo-arriba, describe el ingreso de información “fresca” desde los órganos sensoriales. Los procesos de arriba-abajo, si bien poseen un innegable valor adaptativo y de supervivencia, crean predicciones y esclavizan la interpretación de la experiencia, no permiten la novedad e interpretan la realidad en base a patrones ya conocidos. 

En cambio los procesos de abajo- arriba amplían los matices de la experiencia, ya que se tiene acceso a ella con mayor nitidez y de forma inmediata y no filtrada por expectativas. 
El mindfulness favorece estos procesos de abajo-arriba, favoreciendo la llegada de mayor riqueza informativa a las regiones prefrontales, favorece así la flexibilidad de dar una respuesta, desconectando de esta forma lo que Davidson denominó automatismos. 
Vicente Simón denomina a este proceso a través de las siglas “SODA”: “si observas desconectas el automatismo”. 

Hasta aquí dejo esta entrega, para dar oportunidad a que asimiles el contenido del texto que considero por demás importante.
Hasta pronto.

Don Emilio Garza

lunes, 11 de noviembre de 2013

¿Qué efectos se atribuyen al Mindfulness? -parte 2-






Continuamos con los efectos que se atribuyen al Mindfulness.

Efectos en la estructura del cerebro:


Con la edad la corteza cerebral adelgaza, esto provoca una pérdida de materia gris considerable. La investigación apoyada en resonancias magnéticas llevada a cabo por la doctora Sara Lazar, investigadora del Hospital General de Massachussets demostró la existencia de cambios estructurales en el cerebro con la práctica de la meditación.
Imagínate, la dra. Lazar estudió los cerebros de veinte voluntarios occidentales que poseían una experiencia de unos nueve años de promedio en la práctica de la meditación. El resultado más notorio fue que en el cerebro de los meditadores existía un grosor mayor de la corteza cerebral, comparado con los sujetos del grupo control, en tres zonas: la ínsula anterior, la corteza sensorial y la corteza prefrontal.
Estas zonas están relacionadas con los procesos de atención, la memoria de trabajo que permite mantener los pensamientos el tiempo suficiente para poder reflexionar sobre ellos, la toma de decisiones y la resolución de problemas.

El aumento de grosor se muestra directamente proporcional al tiempo dedicado a la práctica meditativa a lo largo de su vida. Esta investigación y algunas otras similares, demuestran que la experiencia de mindfulness, no sólo provoca cambios funcionales transitorios, sino que también deja huellas estructurales en el cerebro.

Esto significa que, si la experiencia es suficientemente prolongada, produce cambios de rasgo, es decir, perdurables, y no meramente de estado o circunstanciales.

El aumento de volumen de las áreas relacionadas con las emociones, apunta a que las personas que meditan regularmente tienen una habilidad singular para cultivar las emociones positivas, mantener la estabilidad emocional y comportarse de manera cuidadosa, según señala Judson A. Brewer, profesor de psiquiatría y autor principal de un estudio, publicado en la revista “Proceedings” de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos.

Además, las personas que meditan durante muchos años desarrollan una nueva red neuronal, en la que hay una mayor conciencia de uno mismo y del presente, y menos ensoñación. Es decir, más materia gris y conexiones más fuertes.

En una línea posterior de investigaciones, los resultados apuntan a que las personas que han practicado meditación un tiempo considerable, no sólo tienen más materia gris en el cerebro, sino que además sus cerebros también se encogen menos con la edad y las conexiones neuronales se mantienen más fuertes durante más tiempo.

Esto significa que las neuronas podrían transmitir mejor las señales eléctricas. Los resultados sugieren que los meditadores a largo plazo tienen fibras de materia blanca que son más numerosas, más densas o mejor aisladas por todo el cerebro y que el declive normal relacionado con la edad del tejido de materia blanca se reduce considerablemente en los practicantes activos de meditación.

Efectos en los neurotransmisores:

A partir de los estudios anteriores, Lazar y su equipo también obtuvieron datos acerca de un neurotransmisor esencial, la serotonina, regulador de los estados anímicos.
Descubrieron cambios significativos en la parte del troncoencéfalo implicada en la producción de serotonina.
Esta zona se volvía más densa al cabo de tan solo ocho semanas de práctica de mindfulness. Y el aumento era mayor en sujetos que hacían más práctica. Coincidían éstos con los que referían mayor incremento en la sensación de bienestar.

Efectos psicológicos:

Estos cambios en la estructura y función cerebral apoya lo que los practicantes de mindfulness vienen atestiguando desde hace miles de años: que la práctica cambia el funcionamiento de nuestra mente y la percepción de la vida, mejorando la sensación de bienestar, calma, equilibrio y la capacidad de afrontar la vida de forma satisfactoria.

A nivel psicológico, la práctica sistemática de mindfulness genera múltiples beneficios, que se manifiestan tanto a nivel de auto percepción general del individuo como en el desarrollo de habilidades especificas. Un resumen de las principales aportaciones a nivel psicológico relativas a la práctica meditativa de mindfulness según Siegel y que tienen un impacto positivo en el bienestar general son:

Desarrollo de la habilidad de “descentramiento”, que es la capacidad para observar pensamientos, emociones y sensaciones corporales tanto negativas como positivas sin dejarse llevar por las reacciones automáticas que estas provocan.
Esta habilidad abre la posibilidad de ampliar el repertorio conductual explorando abordajes alternativos a las situaciones cotidianas y por lo tanto, de relacionarse con la experiencia de una manera nueva y más sana, trascendiendo condicionamientos muchas veces disfuncionales y permitiendo así romper círculos viciosos que perpetúan el estrés.

Validación y aceptación de la propia experiencia, lo que facilita la detección temprana de señales físicas, emocionales y mentales relevantes a la hora de prevenir situaciones conflictivas o potencialmente “peligrosas”, como pueden ser por ejemplo los síntomas físicos del estrés incipiente.

Desarrollo de la capacidad de autorregulación emocional. La autorregulación se define como el proceso mediante el cual los seres humanos establecemos metas, objetivos y logros y evaluamos nuestro comportamiento propio en función de los planes que nos hemos trazado, en un contexto de retroalimentación constante.

Como podemos observar, existen efectos importantes atribuidos a la práctica del Mindfulness.

Hasta aquí dejo el escrito por ahora, seguiré escribiendo.

Don Emilio Garza

miércoles, 6 de noviembre de 2013

¿Qué efectos se atribuyen al Mindfulness? -parte 1-

Iniciamos este nuevo tema, afirmando que existen diversas pruebas desde una investigación seria y sustentada, acerca del efecto que tiene la práctica del Mindfulness. Las pruebas se refieren a la práctica formal. Estas investigaciones apoyan cambios ocasionados tanto en la experiencia interior así como en la conducta eterna, haciendo evidentes cambios en la función y estructura cerebral.

Revisemos los Efectos en la función del cerebro.
Uno de los estudios, realizado en el Laboratorio para la Neurociencia Efectiva de la Universidad de Wisconsin, que realizó el Dr. Richard Davidson, parte del sustento sobre las personas que presentan desasosiego muestran una mayor actividad en la zona prefrontal derecha. Esto es notorio en personas ansiosas, deprimidas o en estado de hiperalerta continua. Por el contrario, las personas contentas y relajadas habitualmente, presentan mayor actividad en la zona prefrontal izquierda.

Como resultado de cientos de mediciones de la activación de estas zonas en diferentes personas, encontraron cambios espectaculares en la activación prefrontal izquierda de meditadores experimentados. 
Una de las posibilidades era que estos sujetos, precisamente por esa mayor activación, hubieran elegido practicar la meditación. Para neutralizar esta posibilidad, el mismo Davidson, junto con Jon Kabat-Zinn entrenaron a un grupo de trabajadores de una empresa tecnológica sin experiencia meditativa con un programa intensivo de ocho semanas, mientras escogían un grupo de control que no realizaba el entrenamiento. Los dos grupos iniciaron con una mayor activación de la zona derecha, encontrando que al finalizar el entrenamiento, el grupo que había practicado el mindfulness, además de presentar una mejora en su estado anímico, presentaba un incremento notable de activación en la zona prefrontal izquierda.

Revisemos ahora algunos Efectos Inmunológicos.
Los mismos sujetos estudiados, meditadores y no meditadores, recibieron una vacuna antigripal. Entre la 4a. y la 8a. semana de la administración de esta vacuna, se midieron los niveles plasmáticos de anticuerpos de los sujetos y se encontró que aunque todos ellos experimentaban incrementos en dichos niveles, los sujetos del grupo de meditadores tuvieron incrementos significativamente mayores que los sujetos del grupo control. La meditación potenciaba por tanto la producción de anticuerpos. Estos hallazgos abren la posibilidad de poder estudiar con mayor detalle la influencia positiva provocada en el sistema inmunitario, por ejemplo investigando los efectos en enfermedades autoinmunes, infecciones o procesos tumorales. Hoy al menos está validada la influencia del mindfulness en la producción de anticuerpos.

Por hoy aquí termino esta entrega. Continuaré pronto.

Don Emilio Garza

domingo, 27 de octubre de 2013

10 píldoras Mindfulness contra el estrés

Hoy terminamos el tema acerca del apoyo que Mindfulness proporciona contra el estrés y con gusto expongo 10 recomendaciones que han sido probadas y confirmadas como efectivas para el manejo del estrés.

1. Acostúmbrate a dejar de saltar automáticamente de la cama apenas suene tu despertador. Regálate unos minutos para que hagas una breve revisión consciente de tu cuerpo. Comenzar tu día con una mayor conciencia, establecerá las condiciones adecuadas para hacer frente con calma y ecuanimidad a las situaciones difíciles que se te presenten.

2. Mientras llevas a cabo tu aseo personal, identifica si tu mente está pensando, organizando o preparándose para el día que le espera. Si es así, tráela de nuevo al momento presente: huele el jabón, siente el agua sobre tu piel, disfruta la sensación de limpieza de tu cuerpo.

3. Si vives con alguien, evita salir de casa sin aprovechar la ocasión de hablar y escucharles atentamente unos instantes.

4. Camina de forma pausada cuando salgas. Si vas a pie, presta atención durante el camino a los sonidos, los olores, las personas con las que te cruzas. Conecta con tu cuerpo, advierte la presencia de cualquier tensión y trata de relajarla. Si vas en coche, sé consciente de tus movimientos para ponerlo en marcha y mientras conduces. Fíjate en el tacto del volante, en el ruido del motor. Busca alguna ocasión mientras vas conduciendo para disminuir tu velocidad, utiliza los semáforos en rojo como un recordatorio que te permita ser consciente de tu respiración.

5. Caminar es algo que hacemos con "el piloto automático". Cuando te dirijas a algún lugar o estés sencillamente paseando, hazlo de un modo diferente con un ritmo más lento, o acompasando la respiración con tus pasos. Observa las sensaciones corporales que acompañan tu caminar  tanto de los pies como del resto del cuerpo.

6. Si te es posible, come sin compañía, solo, una vez por semana. Hazlo en silencio, ingiere tus alimentos un poco más lentamente que lo habitual, tratando de ser consciente del sabor y la textura de la comida.

7. Descubre el valor de la pausa en tus actividades diarias y laborales. Haz una sola cosa a la vez, para poder estar presente realmente en ella. Una de las cosas que más estrés genera es nuestra costumbre de ser "multitareas". Aunque te parezca que pierdes tiempo haciendo las coas de una en una, en realidad lo estás ganando.

8. Realiza breves revisiones corporales a lo largo del día. Puedes asociarlos a algunas actividades que te sirvan de "recordatorio", por ejemplo antes de echar un vistazo al correo electrónico, antes de abordar el coche, al cambiar de postura o antes de sentarte a comer.

9. Evita apresurarte por llegar a casa, así como también evita dejarte engañar por la sensación de que disfrutarás cuando llegues: ahora es el momento de disfrutar. Solo existe "ahora".

10. Antes de irte a la cama, revisa cómo está tu cuerpo fijándote en las tensiones que adviertas. Trata en su caso de soltar tu musculatura siendo consciente de ella y relajándola mientras respiras.

Espero te sean de utilidad estas recomendaciones y que logres vivir una vida en el ahora, libre de las cargas emocionales que el estrés nos produce.

Hasta pronto.

Don Emilio Garza

domingo, 20 de octubre de 2013

La reunión entre el cuerpo y el estrés se da en LA RESPIRACION

 
 
La respiración consciente es un medio realmente efectivo para minimizar los efectos ligados a la ansiedad, pues es imposible permanecer tensos y angustiados cuando respiramos consciente y pausadamente.
Nuestra respiración es la única de las funciones corporales vitales que permanece bajo el control del Sistema Nervioso Central, es decir que la función respiratoria funciona como un mecanismo de enlace entre la actividad nerviosa involuntaria y la función nerviosa controlable conscientemente, convirtiéndose así en una inmejorable oportunidad para aumentar nuestra competencia en el manejo de las tensiones, estando siempre disponible sin condiciones en toda ocasión.
 
¿Cómo es que interaccionan en nuestro cuerpo el estrés y la respiración?
Observemos que el punto de encuentro entre ambos elementos es un músculo, "el diafragma", situado bajo los pulmones. Su grado de tensión modifica la respiración y como resultado, el grado de oxigenación de nuestro organismo, si el diafragma está bajo los efectos de la tensión, presiona los pulmones hacia arriba, causando una pérdida del volumen total del aire usado en cada ciclo respiratorio.
 
Veamos cómo afecta la tensión del estrés.
Cuanta mayor tensión llegué al diafragma, aumenta el grado de opresión en los pulmones y nuestra respiración se vuelve más agitada. Como una reacción, la respiración agitada provoca tensión en otros músculos al hacer más esfuerzo para respirar, con el consecuente mayor desgaste energético. Luego de varios segundos de mantener esta respiración agitada, el ritmo del corazón aumenta, la presión arterial también y el gasto metabólico necesario para mantener el sistema es mayor. Se envía entonces al cerebro una señal de alerta, lo que está lejos de ser una buena idea para eliminar tensiones y así, acabamos de dar inicio al círculo vicioso del estrés.
 
Un aspecto clave del entrenamiento para hacer frente al estrés es aprender a respirar conscientemente y reducir la tensión del diafragma. Si además logramos ejercitar la respiración abdominal, lograremos usar toda nuestra capacidad pulmonar y sin duda la respiración se hará progresivamente más calmada, sin tensión muscular torácica y sin acelerar el ritmo del corazón ni aumentar la presión arterial.
Es aquí donde hemos encontrado el punto de cita privilegiado entre nuestro cuerpo y el estrés: la respiración consciente. Aquí es donde está la puerta de salida al círculo vicioso del estrés, la rueda fatídica.
 
Si aprendemos a detectar las señales que nos avisan de las tensiones, podremos utilizar nuestra respiración para desactivarlas y de este modo mantenemos serenos y calmados. Entrenarnos en la respiración consciente puede llegar a ser una de las destrezas más importantes para mantener la salud y aprender a reducir el estrés en cualquier circunstancia.
Mindfulness nos ofrece la técnica detallada para lograr la respiración consciente, que lamentablemente, no es el proceso instintivo de respirar para sobrevivir.
 
Por ahora, aquí termino esta entrega. No te pierdas el siguiente artículo, "10 píldoras Mindfulness contra el estrés".

Don Emilio Garza

miércoles, 16 de octubre de 2013

Mindfulness y el apoyo que ofrece para manejar el estrés

A través de la práctica del Mindfulness podemos sortear la carga que supone el estrés. 
Recordemos en primer lugar, que la situación estresante puede existir realmente o solo en nuestra percepción. Si a través de la atención plena logramos clarificar nuestra visión, podremos discriminar la amenaza real de la imaginaria, reconociendo así los agentes estresantes reales y los que no lo son debido a nuestra percepción errónea.

Después, seremos capaces de responder conscientemente en vez de reaccionar en forma automática, facilitando la identificación a tiempo, de la cadena de automatismos inconscientes, corporales y mentales, que están al inicio de la cadena del estrés: siempre es más fácil intervenir en los primeros eslabones que cuando el proceso ha avanzado. Si logramos observar los hábitos de nuestra mente sin duda identificaremos y podremos modificar aquellos que son generadores de estrés: la interpretación, el juicio, la resistencia, los apegos, la identificación, etc. De esta forma podemos trabajar en la construcción de modelos de pensamientos desechando los filtros mentales innecesarios y haciendo amistad con nuestras emociones a través de una atención no reactiva, accediendo así a un mayor nivel de calma y estabilidad.

Si logramos habitar conscientemente nuestro cuerpo, nos enseñamos a detectar precozmente los signos de tensión que en él se instalan, incluso antes de ser conscientes de la razón o el origen de ellos.
Involucrándonos corporalmente sobre la manifestación de estas contracciones, logramos desactivar la carga negativa de nuestras emociones y pensamientos antes de que se transformen en generadores de estrés. 
Logrando descubrir la unidad cuerpo-mente, vamos desarrollando hábitos saludables en diferentes áreas de nuestra vida, convirtiéndose en un factor de protección frente al estrés. Incluimos una sana relación con el cuerpo (alimentación, ejercicio, descanso, reconocimiento de síntomas...) y la consciencia de nuestra personal forma de habitarlo.

Finalmente, un mayor autoconocimiento, nos permite interpretar mejor el sentido de nuestra vida, transformando la interpretación de sucesos y situaciones de aparente fracaso y comenzando a verlos como oportunidades de aprendizaje. Así neutralizamos su carga generadora de estrés y la transformamos en energía motivadora ante un nuevo reto. Esta es una estrategia sumamente eficaz para gestionar el estrés y el dolor: nos sentimos más dueños de la situación que vivimos y ponemos en juego todos nuestros recursos de forma más creativa.

Algo que aumenta la percepción de amenaza es la identificación con los pensamientos y emociones que aparecen en nuestra mente como consecuencia de ella. Mediante el Mindfulness nos afianzamos en la observación de estos contenidos de nuestra mente sin identificarnos con ellos, dando un paso atrás y aprendiendo a situarnos en la ecuánime y pacífica distancia del observador o testigo: "yo no soy eso".

Mindfulness nos entrena para vivir en el presente, para centrarnos realmente en el ahora independientemente de cómo sea éste, en contraposición con el hábito generalizado de hacer varias cosas a la vez sin realmente estar presentes del todo en ninguna de ellas. Podemos de esta manera, fluir con el momento, aumentar nuestra capacidad de concentración y la percepción de nuestras capacidades y eficacia, poniendo en juego nuestros recursos ante situaciones de gran demanda sin bloquearnos.
Así podemos sentir que vivimos plenamente, apreciamos el momento presente y facilitamos la aparición de estados de ánimo positivos incompatibles con el estrés.

Hasta la próxima.

Don Emilio Garza

lunes, 7 de octubre de 2013

El estrés como una cadena, tiene sus eslabones


Hans Selye ha establecido diferentes fases que explican la reacción del organismo ante las situaciones que desencadenan la respuesta del estrés, es un proceso de adaptación por parte del organismo que se compone de tres fases:
alarma, adaptación y agotamiento.

1. Fase de alarma: ante la percepción de un peligro potencial se forma un proceso de alarma durante la cual el cuerpo responde aún inconscientemente, preparándose para manejar el riesgo o entrentarnos a él con toda la energía disponible en un mínimo de tiempo.
Para esto usa todas sus posibilidades retirándolas de todas las otras tareas con lo que desciende el nivel de resistencia. Es en esta fase donde se activa el eje formado por la hipófisis y las glándulas suprarrenales; se movilizan las defensas del organismo; aumenta la frecuencia cardíaca; se contrae el bazo liberándose gran cantidad de glóbulos rojos; se produce una redistribución de la sangre, que abandona los puntos menos importantes, como es la piel (aparece la palidez) y las vísceras intestinales, para acudir a músculos, cerebro y corazón, que son las zonas protagonistas de la acción; aumenta la capacidad respiratoria; se produce una dilatación de las pupilas; aumenta el índice de coagulación de la sangre y el número de linfocitos (células de defensa).

2. Fase de resistencia o adaptación: en ella el organismo intenta superar, adaptarse o afrontar lo que percibe como una amenaza, para lo cual los niveles de corticoesteroides se normalizan y desaparece la sintomatología de la etapa anterior. Si en esta fase se afronta adecuadamente el factor estresante, el estrés desaparece y nos deja fortalecidos, pero si se pasa a la tercera o se mantiene ésta demasiado tiempo, habrá que pagar un precio elevado: va a tener consecuencias negativas tanto en el cuerpo como en el cerebro.
Cuando la fase de alarma se repite o se mantiene en el tiempo, el cuerpo reacciona adaptándose al esfuerzo requerido, ya sea el miedo a la altura o vivir en un piso con vecinos ruidosos, aunque pagando un precio derivado de haber roto su equilibrio homeostático. Imaginemos lo que ocurriría en un auto que transportara siempre un peso extra: seguirá funcionando, se adapta, sus sistemas se acomodan al nuevo esfuerzo, pero también al motor al ir más revolucionado se desgasta más, las ruedas sufren y disminuye su potencia, probablemente durará menos también.
En el caso del ser humano hasta la percepción global de la vida cambia. Y esto puede llegar a suceder tan lentamente que casi no nos damos cuenta, hasta a veces lo consideramos normal, pues no somos conscientes del esfuerzo que hace nuestro organismo. Quizá somos conscientes de algunos efectos: dolores de cabeza ocasionales que tienden a repetirse con mayor frecuencia, fatiga crónica que no parece desaparecer con el reposo, algunos problemas circulatorios o pesadez en las piernas, contracturas musculares en cuello o espalda que no remiten descansando, pérdida ocasional de memoria que llamamos "despistes", problemas digestivos, dificultad para dormir, excesos en la comida, bebida o tabaco, falta de concentración, pesimosmo o sensación de fracaso.

3. Fase de agotamiento: ocurre cuando la agresión se repite con frecuencia o es de larga duración y cuando los recursos de la persona para conseguir un nivel de adaptación no son suficientes. Llega un momento en que el cuerpo no puede continuar el esfuerzo: tras la resistencia continua, las energías se acaban el equilibrio interno amenazado por largo tiempo se rompe, el sistema inmunológico se ve afectado, la capacidad de resistir a los agentes patógenos de cualquier tipo disminuye y la enfermedad aparece. Si el desgaste ha sido grande incluso la vida corre peligro, en caso contrario el cuerpo tras un descanso suficiente aún recupera parcialmente aunque con secuelas derivadas del colapso sufrido: hipertensión, úlceras, infartos, cáncer e infecciones tienen la puerta abierta en un organismo debilitado.

Finalmente, el gráfico que nos muestra las "fases del estrés" establecidas por Hans Selye.

Hasta el siguiente apartado.

Don Emilio Garza

miércoles, 2 de octubre de 2013

Más sobre el estrés...


Cierto grado de estrés sirve para estimular al organismo y le permite alcanzar sus objetivos volviendo a la normalidad cuando el estímulo ha terminado. Si esto es eventual, no habrá complicaciones, pues el organismo tiene la capacidad para recuperarse, pero si esto se vuelve habitual, en intensidad o duración, puede suponer la aparición de trastornos psicosomáticos. Esto hace importante que aprendamos a relacionarnos con el estrés de manera saludable, recuperando de él la fuerza creativa y motivacional al experimentarlo en su justa medida y aprendamos a manejarlo en situaciones potencialmente dañinas para nosotros.

Las dos caras de la misma moneda

Los dos aspectos del estrés, es decir su componente motivacional y creativo y su componente potencialmente dañino se han estudiado e identificado como las dos caras de la moneda llamada estrés.
  • Eustrés: también conocido como "estrés positivo", es el que provoca que mantengamos nuestra mente abierta y activa. Tiene relación con la tensión interior necesaria para conseguir objetivos, para permanecer activos y creativos para cambiar.
  • Distrés: al que algunos llaman "estrés negativo", representa al estrés que nos desequilibra y tensiona más allá de la sana medida y que desencadena una alteración fisiológica y psicológica que nos paraliza, agobia y dificulta nuestra vida.
Según se manifiesta distinguimos el "estrés agudo" como una reacción fisiológica y momentánea necesaria frente a una situación de peligro, y el "estrés crónico" que sería la reacción que permanece en el tiempo con consecuencias dañinas, siendo el más destructor y que provoca desmotivación, agotamiento e incluso depresión.

Cuando el estrés se ha instalado en nuestra vida de manera habitual, podemos hablar realmente de "síndrome de estrés", que depende de varios factores interrelacionados: primero hace falta un agente estresor, interno o externo, lo suficientemente intenso como para que me exija una respuesta. 
Dependiendo de la intensidad con la que cada uno percibe, el mismo agente estresor podrá provocar respuestas de placer, incomodidad, ansiedad, miedo o pánico.

En segundo lugar, el estímulo habrá de ser percibido como una amenaza desde un punto de vista subjetivo, lo que no tiene porqué coincidir con una amenaza objetivo: puedo percibir como amenaza un simple saltamontes y para nadie más lo és, pero para mi no es negociable que un saltamontes sea una amenaza. 

En tercer lugar se requiere la percepción, real o imaginaria de que existe la carencia de los medios o recursos necesarios para hacer frente a esa amenaza con relativa soltura y facilidad. Si el estímulo es efectivamente agresor y se mantiene en el tiempo, el cuerpo pasará por diferentes fases en la búsqueda de su respuesta. 
En cada una de ellas, las posibilidades de continuar hacia un efecto dañino o afrontarla de forma saludable, requerirá diferentes estrategias por nuestra parte.

Para terminar esta entrega dejo el siguiente gráfico:

Hasta pronto.

Don Emilio garza



lunes, 30 de septiembre de 2013

Un poco de historia acerca del estrés


El origen histórico del concepto de estrés con el significado que hoy le damos, surge de la investigación de Hans Selye en 1936, quien desde estudiante de medicina encontró que todos los enfermos que atendía presentaban síntomas comunes y generales tales como cansancio, insomnio y pérdida de apetito entro otros. A este conjunto de síntomas le llamó "síndrome general de adaptación". Después de su posgrado concluyó que muchas enfermedades de tipo orgánico y trastornos emocionales o mentales no eran sino la manifestación de cambios fisiológicos resultantes de un prolongado estrés o tensión en ciertos órganos de choque, aventurando que las alteraciones podrían ser genéticas o por la constitución física del paciente.
Encontró también que el estrés hace referencia a la velocidad a la que se producen los procesos corporales de desgaste": es como revolucionar el motor o pisar el acelerador del organismo, en preparación para la acción, mediante una actividad muscular o de otro tipo.

En cuanto a etimología, "estrés" procede del inglés medieval "stresse" (presión, tensión"), del francés antiguo "estresse" (estrechez), del latín vulgar "estricta" y "strictus" (ajustado, estrecho), participio pasado de "stringere" (ajustar, estrechar).
Según la Health and Safety Commision británica, "el estrés es la reacción de las personas a presiones excesivas u otro tipo de exigencias con las que se enfrentan". Es un término empleado en física para describir la presión ejercida de un cuerpo sobre otro, por lo cual uno de ellos puede sufrir graves daños.
El estrés es la respuesta adaptativa del organismo ante ciertos estímulos, a los que llamamos estresores, que pueden ser físicos o psicológicos, reales o imaginarios, pero que desencadenan una sucesión de fenómenos estereotipados e inespecíficos. 
Es una respuesta automática que depende de la percepción individual y de los recursos disponibles subjetivamente para enfrentar la situación. 
Realmente, estrés es sinónimo de cambio: aparece como respuesta del organismo para protegerse, adaptarse y reajustarse ante nuevas circunstancias.
Cualquier suceso que genere una respuesta emocional puede causar estrés, tanto si se trata de situaciones percibidas como positivas o como negativas. En respuesta a situaciones de peligro el organismo se prapara para combatir o huir, para responder oportunamente y poner nuestra vida a salvo. Pero la respuesta que en situaciones de peligro real puede salvarnos la vida, se convierte en un enemigo cuando se extiende en el tiempo.

Para terminar esta entrega, te dejo esta reflexión:
"Cuando consideramos que somos dueños de la situación, el estrés se convierte en la sal de la vida, en un desafío y no en una amenaza. Cuando nos falta esta sensación, el estrés puede suponer una crisis, lo que es malo para nosotros, para nuestra salud y para nuestra empresa. Si vivimos así nuestro trabajo cotidiano, ello afectará a la velocidad a la que se producen los procesos corporales de desgaste: es el beso de la muerte".

Don Emilio Garza

jueves, 26 de septiembre de 2013

Mindfulness en el manejo del estrés y las enfermedades relacionadas

Las posibilidades de apoyo que el Mindfulness nos ofrece ante el manejo de situaciones de estrés son notorias, pues nos permite desarrollar recursos internos de auto-observación y auto-regulación, que nos permiten desactivar la reacción automática del estrés crónico, al hacer conscientes las reacciones corporales y emocionales ante el acontecimiento o situación estresores, pues aprendemos a detenernos, a hacer una pausa y a responder de manera consciente, rompiendo la cadena que conduce al estrés crónico.

Entrenar la mente para mantenernos plenamente atentos y en el momento presente es precisamente lo contrario a lo que sucede en la reacción crónica del estrés y con ello logramos lo siguiente:
  • Aumentar la capacidad para manejar situaciones estresantes
  • Una mayor claridad en la toma de decisiones
  • Más creatividad en la resolución de conflictos
  • Mantener el equilibrio y el foco mental sostenido en ambientes desafiantes
  • Reducir las reacciones automáticas de estrés, haciendo elecciones conscientes en respuesta a los diferentes desafíos
  • Involucrarnos con los demás a través de relaciones auténticas y genuinas
  • Crear y sostener hábitos de vida y de trabajo saludables
  • Acceder a un mayor nivel de calma y estabilidad
Respecto a las enfermedades es necesario resaltar los siguientes datos.

Las enfermedades crónicas relacionadas con el estrés (enfermedades cardiacas, cáncer, depresión o ansiedad) son la principal causa de muerte en los países desarrollados (según la Organización mundial de la Salud 2010). El gasto total en salud mental se espera que se duplique a partir del 2003 y hasta el 2014, llegando a 239 billones de dólares.  El desafío global es que las personas puedan mejorar sus capacidades psicoemocionales para manejar el estrés, mejorar la atención y autorregular los pensamientos y emociones negativas.

Aquí surge lo más importante, esto es que la práctica del Mindfulness se ha revelado como un medio eficaz para esto, con resultados muy significativos.
Las publicaciones científicas acerca del mindfulness han experimentado un incremento del 2 % en los recientes 10 años. Profesionales médicos, centros hospitalarios y pacientes de todo el mundo se han beneficiado de su práctica y su incremento está siendo exponencial en la venta de productos anti-estrés. 

En el siguiente escrito profundizaremos a hablar acerca del estrés.

Don Emilio Garza

lunes, 23 de septiembre de 2013

Hablemos de estrés, una breve introducción.


Se ha hablado mucho del estrés como "el mal de nuestra época". Pareciera ser que a golpes aprendemos que el ritmo que llevamos la mayoría es un viaje a ningún lado por una autopista que cobra caro y ese pago podríamos llamarlo estrés.

Pero... ¿qué es el estrés? ¿de qué manera nos afecta? ¿cómo manejarlo?
Comencemos por reconocer que el estrés es una reacción innata del organismo cuando encuentra la necesidad de hacer frente a alguna situación que atenta contra el equilibrio entre la demanda percibida y los recursos disponibles.
Realmente esta contraposición entre demanda y recursos es lo que hoy en día hemos hecho como algo normal en nuestra vida, pues el flujo de la vida no es más que el ir y venir del equilibrio entre los dos componentes y la ruptura constante de él.
A este juego de dos componentes le llamamos "homeóstasis", es decir la adaptación natural de los seres vivos compensando los cambios ocurridos a su alrededor.
Démonos cuenta que todo se desarrolla en el marco de crecer, respirar, alimentarnos, dormir, procrear... por eso el constante ir y venir entre ruptura y recomposición constituye el motor mismo de la vida, el desarrollo y la evolución.

Sin embargo, cuando la demanda supera los recursos disponibles para hacerle frente, sea real o según lo percibimos, surge como respuesta el estrés, que es solamente una fuerte activación psicofisiológica del organismo para hacer frente a una situación de emergencia.
Cuando esta reacción es puntual y específica, suele ser útil para responder a la situación que se presente y adaptarnos así a los cambios. 
Sin embargo, cuando esta reacción se vuelve crónica, sin duda se genera un desequilibrio y malestar a nivel físico, mental y emocional, con costos altísimos para el bienestar general y la calidad de vida de la persona, que llega a afectar su rendimiento y sus relaciones. 
No perdamos de vista que si el estrés se mantiene, se perpetúa el estado de alerta y la reacción del estrés se retroalimenta en un remolino perverso en donde el llamado "estrés crónico" genera más estrés.

A manera de introducción aquí termino mi escrito de hoy. Seguiremos tratando el tema.

Don Emilio Garza


martes, 17 de septiembre de 2013

La vida cuántica y el Mindfulness (Parte II)

 
Continuaré con esta segunda entrega tratando de establecer la relación entre los conceptos que maneja "La vida cuántica" -del Dr. Frank Kinslow- y el Mindfulness.
 
En la entrega anterior nos quedamos en el ejercicio propuesto por el Dr. Kinslow, acerca de la observación de tus pensamientos.
 
Ahora viene el siguiente cuestionamiento:
 
¿Dejaste de existir cuando tu pensamiento se detuvo? ¿Entraste en coma o pasaste a un estado de inconsciencia? Desde luego que no.
 
Seguiste ahí, ¿verdad que sí?
 
Bien, si resulta que no eres tus pensamientos y que seguías ahí, ¿entonces, quién eres?
Esa parece ser la pregunta adecuada, ¿no te parece?
 
Si no sabes quién eres, todo lo que hagas carecerá de base, de fundamento. Pasas a convertirte en una persona con amnesia que intenta vivir su vida pero que en realidad no sabe quién es.
  
Para plantarte con firmeza en los fundamentos de la vida, has de saber quién eres. Y puedo garantizarte que por encima de todo no eres una persona con pasado y futuro. Te sorprenderá descubrir que de hecho, eres ilimitado y que lo eres más allá del tiempo y de los problemas.

Observemos más de cerca para comprobar cómo es eso de que estás más allá del tiempo y los problemas. En el intervalo entre pensamientos no había Nada. Pero tú seguías estando consciente. Observabas mientras los pensamientos desaparecían y eran sustituidos por el intervalo. ¿Pero quién observaba el intervalo?
 
Veamos. Allí había Nada, pero tú seguías consciente. No había nada excepto consciencia. No consciencia de algo sino una consciencia pura de Nada. ¿Lo entiendes? ¿Ves hacia dónde vamos? Si no había nada excepto consciencia pura, entonces tú, necesariamente, debes ser esa consciencia pura. ¿Qué otra cosa podrías ser?
Si tu consciencia se identifica con tus pensamientos, recuerdos y planes de futuro, te estarás refiriendo al «yo».
El «yo» son las «cosas» recordadas de tu vida.
El «yo» es tu edad, sexo, tus gustos y preferencias, tus recuerdos. Pero nada de eso existe en el momento en que tu consciencia mira hacia dentro y observa el intervalo entre los pensamientos. Para observar has de ser consciente, ¿verdad? Así pues, en ese momento en que tu mente desconectó, fuiste consciente de la nada que llamamos Nada. Pero descubriste que esa Nada no estaba vacía. La Nada está llena de consciencia pura. Y ahora has resuelto el misterio de quién eres. ¡Eres consciencia pura!
 
¿Te parece imposible? Es un hecho incuestionable. Tu percepción directa ha revelado que eres consciencia pura. Así es. Antes de que el «yo» naciese y se convirtiese en la imagen que reconoces como tú mismo, existía la Nada solitaria y universal de consciencia pura. Detente y analiza la profundidad de esta realización durante un instante... Esperaré.
 
¿Te asombra tu propia inmensidad? ¿Sientes tu propia naturaleza ilimitada y omnipresente? Resulta liberador, ¿a que sí?
Reflexionemos sobre esto un poco más. Recuerda un momento de tu infancia. A continuación, detente para observar un momento de tu adolescencia, de tu joven adultez y del presente.
En cada etapa de tu vida has tenido distintos gustos, deseos y objetivos. Tu cuerpo, mente y emociones también cambiaron.
 
De hecho, Nada siguió siendo igual. ¿Qué es lo que ha permanecido inalterado desde la infancia hasta la adultez? Tu consciencia.
 
En cada etapa de tu vida –no, en cada segundo de tu vida–, mientras tu cuerpo-mente estaba ocupado en convertirse en lo que es hoy, tú, la consciencia pura, permanecías en vigilia silenciosa, como un testigo atemporal.
Gracias al ejercicio de «detener el pensamiento» has sido capaz de «entrar», por así decirlo, y observarte el pensamiento.
 
Luego, mientras esperabas («como un gato acechando el agujero de un ratón»), observaste el intervalo entre los pensamientos.
 
Reconociste que el intervalo era consciencia pura y que esa consciencia pura es tu esencia ilimitada: la base sobre la que se asienta la parte «yo» de ti.
Si tú, que eres consciencia pura, eres realmente ilimitado, en ese caso no estás limitado por la mente.
 
Tú, consciencia pura, deberías estar en todas partes, todo el tiempo, ¿no es cierto? Pues resulta que es así, y este que viene a continuación es un pequeño ejercicio que puede ayudarte a demostrárselo a tu «yo».
 
El ejercicio de mano a mano
Mantén las manos completamente extendidas hacia fuera y hacia los costados, de manera que adoptes la forma de una cruz humana. Mira el dorso de tu mano derecha. Obsérvalo entre 3 y 5 segundos. Ahora gira la cabeza hacia la izquierda para observar el dorso de tu mano izquierda.
A continuación, dime qué tenías en mente durante el tiempo en que tus ojos pasaban de la mano derecha a la izquierda. Nada, ¿verdad? Pero no estabas inconsciente durante esos momentos, ¿a que no? Desde luego que no. Se produjo un intervalo en tu pensamiento mientras tu mirada pasaba de una mano a otra, pero tu consciencia permaneció conectada. Hazlo otra vez. ¡Observa! Incluso cuando tu mente mire hacia fuera, hacia el mundo, seguirá encontrando consciencia pura. La consciencia pura siempre subyace a todo, esperando a ser descubierta; esperando a que el «yo» se haga consciente de ti, consciencia pura.
 
No nos olvidemos de que la consciencia no es un objeto. Eres tú, tu esencia ilimitada.
Tu mente no se sentirá capaz de aceptarlo por completo porque no puede concebir la Nada.
Debe existir un límite, alguna forma a la que tu mente pueda asirse para poder hacer lo que hacen las mentes: experimentar, registrar, analizar, sintetizar y compartimentar la información.
El ego es el que decide qué hacer con esa información. Así que no te preocupes si al principio sigues identificándote con el cuerpo-mente.
Es la única opción de la que dispone la mente, y hace falta cierto tiempo para que el ego se aparte y acepte la consciencia pura ilimitada como realidad última y como tu esencia primigenia.
¿Por qué resulta tan vital revelar esta verdad?
Cuando llegas a saber que eres inmutable, ilimitado, consciencia eterna, tu dependencia del cuerpo que se marchita y de la mente que falla empieza a perder fuerza. Te vuelves consciente de que estás más allá de la esfera de cambio y muerte. Te vuelves consciente de que, más allá de todas las cosas y pensamientos que es «yo», sigues siendo totalmente íntegro y pura consciencia.
 
Si sólo unos minutos de observación del intervalo entre los pensamientos te han reportado paz y relajación, imagina qué gozosas aventuras te esperan cuando la consciencia pura infunda tu pensamiento, tu comer, tu trabajar y tu amar. Descubrir la consciencia pura en el fondo de la mente y vibrar exteriormente a través de la simplicidad de los átomos hacia la sinfonía de las esferas es el primer paso para vivir una vida completa y generosa. Extraerla para que apoye y alimente todas tus actividades es el siguiente paso.

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Me parece que estas dos recientes entregas son suficientes para que puedas observar las similitudes que existen entre la práctica de la Vida Cuántica y el Mindfulness.
Ambas disciplinas llevan un mismo enfoque pero con un tratamiento propio de cada uno de los procesos. Esto no hace mejor que otro cada proceso, sino que me parece que lo más importante es que sin duda alguna tanto interés por la consciencia absoluta nos va conduciendo a la importancia que reviste poner la atención plena a todas y cada una de las cosas que hacemos, tanto interna como externamente, es decir, que es importante atender plenamente a las actividades vitales de nuestro cuerpo tales como respirar. Recordemos que la inercia de nuestras ocupaciones nos hacen operar desde el piloto automático sin darnos cuenta de lo que ocurre entre cada pensamiento que tenemos y como ya lo hemos visto, entre cada pensamiento está la fuente de la creación, nuestra conciencia pura.

Don Emilio Garza