lunes, 26 de agosto de 2013

Conectarnos con nuestra mirada sabia


Una de las pocas cosas que son claras en este mundo, es que viviremos con nosotros mismos hasta el momento de nuestra muerte.
Esta es una de las razones con mayor peso por las que es importante aprender a desarrollar una relación sabia hacia nosotros, esto implica una relación sabia con nuestro cuerpo, con nuestra mente, con nuestra actividad y en nuestras relaciones. 
Si te das cuenta, ahí se encuentran los posibles obstáculos en el camino de nuestra felicidad. Cuando no logramos esta forma sabia de relación, nos encontraremos atrapados en un sistema que se retroalimenta y nos deja un sabor total a insatisfacción.

La relación sabia con nuestro cuerpo establece prestarle atención, escuchar sus mensajes y atender a sus necesidades. Descubrir los sentidos más allá de su mera funcionalidad, como el puente de conexión hacia fuera y el corazón como el camino de nuestra conexión hacia dentro, con nosotros mismos.
Es pasar de usar el cuerpo a habitarlo con consciencia, esto es, atender a sus necesidades reales y cuidarlo mediante la alimentación adecuada, los hábitos saludables o el ejercicio, entre otras cosas.

Buscaré detallar con mayor precisión.

Una relación sabia con nuestros pensamientos requiere de pasar por la comprensión benevolente del funcionamiento de nuestra mente, esa aliada maravillosa o esa "loca de la casa". Requiere además de ser conscientes del poder creador de las creencias.
Es el reto de trabajar por construirnos una mente feliz, por desenredarnos de "las historias y novelas" que nos contamos y que nos condicionan, por el empeño de establecer nuestro hogar en el presente y dejar de columpiarnos lastimosa y dolorosamente entre el pasado y el futuro. 
La relación sabia requiere también desenmascarar los filtros mentales de nuestras percepciones, que nos convierten en los únicos seres vivos tantas veces desconectados de la experiencia directa de la vida.

La relación sabia también hay necesidad de desarrollarla con nuestros sentimientos y emociones, siendo conscientes plenamente de lo que sentimos sin caer en el secuestro emocional que nos arrastra y toma el mando en determinadas situaciones logrando que "perdamos los papeles". Esto implica hacernos amigos de nuestras emociones expansivas y contractivas y aprendamos a ver cómo se expresan en nuestro cuerpo, pues en realidad, las emociones son realmente eso: "el reflejo corporal de nuestra mente".
Es necesario aprender a introducir la pausa necesaria que nos permite responder conscientemente en vez de reaccionar desde el automatismo, que nos amplía el horizonte a mil posibilidades diferentes y no nos mantiene limitados al programa genético de "lucha o huye".

Otra faceta de nuestra vida que reclama nuestra sabiduría es la acción: indiscutiblemente "somos seres de acción" y esta es a veces compulsiva, más aún en nuestra sociedad y su ritmo frenético.
Necesitamos recuperar el polo de la no-acción y encontrar el equilibrio entre "hacer y contemplar". Inclusive, que podamos hacerlo simultáneamente integrándolos en la entrega, desde la consciencia y la atención, a cualquier actividad fluyendo en ella. Reservar un espacio habitual en nuestro quehacer diario al no hacer, el silencio o a la meditación enriquecerá y dará profundidad a nuestra acción.

Finalmente, como seres sociales que somos, las relaciones constituyen otra de nuestras mayores riquezas. Sería muy sano plantearnos algunas preguntas importantes. ¿Es amor lo que surge desde el sentimiento de carencia o de incompletitud? ¿Busco en otros lo que creo que yo no tengo, según el extendido mito de la media naranja, el príncipe azul o la mujer de mis sueños? Quizá las relaciones son el mejor espejo en que podemos mirarnos, si hacemos consciente que el otro (mi interlocutor) solo me devuelve mi propia sombra, ofreciéndome con ello una oportunidad maravillosa de conocerme y crecer. 
Se hace preciso que desarrollemos el arte de hablar y escuchar con atención, que nos permita descubrir el mensaje verdadero debajo de la narración aparente en nuestra interacción con los demás. Una mirada sabia nos descubrirá la realidad de interconexión y destapará la mentira de que somos separados de los otros.

Una mirada sabia nos situará necesaria e invariablemente en el ahora, porque ese es el único tiempo en el que se desarrolla la vida. Y usará funcionalmente nuestro pasado y nuestro futuro en la medida en que aporten riqueza a nuestra experiencia pero sin permitir que estos "tiempos" se conciertan en nuestros carceleros y verdugos.

Para terminar este tema, te comparto este esquema.

Lo que tú opines sobre el tema que estoy concluyendo me merece todo mi respeto, finalmente es lo que has aprendido.
Sin embargo, me gustaría sembrar la siguiente semilla:

¡"podría ser un buen momento, el momento actual, cuando podrías decidir conscientemente desde dónde quieres vivir, qué experiencia vital quieres para ti"!

Termino mi escrito por hoy y espero te sea de utilidad.

Don Emilio Garza




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu visita al sitio.

Si tienes algún comentario te invito a compartirlo, pues de esta forma todos aprendemos.

Si surge alguna duda, con gusto buscaremos la forma de responderla.

Don Emilio Garza R